18+ Content

18+ significa contenido Adulto. La vista del contenido en esta comunidad podría no ser adecuada en algunas situaciones.

Posts on this page may contain explicit images, references or stories.

Cinco Días: Miércoles

Written by: MasterJuan

24/7 Armpits BDSM Cockrings Depilates Shave Sports Webcam

MIÉRCOLES

La noche de Joaquín fue terrible. Le molestaban las tetillas, le apretaba el collar en el cuello y le acechaba una excitación intensa y persistente. Estaba durísimo y aun así no se tocó, no podía dormir deseando masturbarse, pero no lo hizo. Fue fiel a su promesa, pese al deseo que le consumía. Tenía fantasías tan vividas con el siendo sometido y castigado, que el dolor en las tetillas sólo lograba aumentar esas sensaciones.

Se levantó muy temprano y se ducho con agua fría, especialmente para rebajar la excitación.

Busco una sudadera suave, de algodón, para usar aquel día. Las tetillas estaban aún doloridas y extremadamente sensibles que todo roce le molestaba y excitaba. Tenía razón el Amo DHH cuando le dijo la noche anterior que  cada vez que le molestaran las tetillas se acordaría de él. Y así era en efecto. Volvía esa imagen poderosa y atemorizante, esa voz autoritaria y drástica. Sentía su mano en todo lo que estaba viviendo.

Quiso llegar temprano porque suponía que en la tarde necesitaría tiempo para cumplir los deseos de su Amo DHH. Lo suponía.

A eso de las 7:00 AM, recibió un mensaje del Señor DHH:

  • Buenos días, esclavo.
  • Buenos días, Señor.
  • ¿Vas al gimnasio, cierto?
  • Sí Señor, cuatro veces por semana: martes, jueves, viernes y sábado.
  • ¿En qué horario?
  • A la salida del trabajo, por 90 minutos cada vez.
  • ¿Ayer no fuiste?
  • No Señor, fui a cortarme el cabello luego me vine al apartamento a recibir su llamado.
  • Debiste haberme dicho. No deseo que dejes de asistir al gimnasio.
  • Perdone Señor, no volverá a suceder. Hoy iré si lo desea.
  • Hazlo. Te aviso durante el día sobre tu depilación, para que no pierdas el gimnasio, veremos si se puede hacer hoy.
  • Estaré atento a sus órdenes Señor.

Antes de salir al trabajo, preparó su bolso con el equipamiento para el gimnasio y se fue caminando, como siempre, pero esta vez sintió más el frío de la mañana, especialmente porque endurecía sus pezones y rozaban aún más con la sudadera.

Otra psicóloga le vio al entrar al centro penitenciario y luego de saludarlo, le alabó:

  • ¿Qué te sucede? Te ves muy joven y guapo.
  • Gracias, es por el corte de pelo e ir afeitado, creo.
  • Debe ser eso, pero aparte te veo muy entusiasmado y competente. Ayer estuviste muy bien.
  • ¿En serio? Pensé que había dado la impresión de desconcentrado y con falta de interés. -Al principio estabas medio ido, pero luego no, muy bien. Sigue así.

Le hizo sentir bien aquel comentario.

La mañana pasó rápida y vertiginosa. Casi ni miró el teléfono móvil y no fue necesario: no hubo mensajes, salvo a las 11:30, de su ex pareja.

  • Hola Joaquín, ¿almorcemos juntos? Tengo ganas de conversar contigo.

Se sintió un poco incómodo de rechazar por segunda vez una invitación a compartir. Igual había estado comprometida con ella por varios años y tuvieron proyectos comunes. Sí, habían terminado en no muy buena forma, pero ello no ameritaba ser descortés y distante.

  • Hola, bueno, si quieres podemos almorzar juntos, pero sabes que no tengo mucho tiempo, apenas 45 minutos y debe ser cerca de dónde trabajo.
  • ¿Y no puedes en otra parte?
  • De poder, puedo, pero si quieres conversar prefiero que sea por acá, puesto que de lo contrario perderé mucho tiempo en desplazarme.
  • Está bien, nos vemos dónde digas.

Le indicó el restaurante, un pequeño establecimiento familiar, de precios módicos y comida casera. Sabía que a su ex no le gustaba aquello, y sí, lo hizo para molestarla.

Revisó bien su WhatsApp esperando algún mensaje de su Amo DHH pero no recibió nada. Salió a la hora exacta a almorzar y tardó apenas 3 minutos en llegar al restaurante que estaba casi vacío. Se sentó y espero y a los dos minutos llegó su ex. Estaba igual que siempre: bella, bien vestida, llamando la atención con su presencia. Era una gran mujer, que duda cabía. Siempre pensó que era bien poca cosa para tanta mujer y que los amigos de ella y su familia nunca lo consideraron la mejor opción, pero lo toleraban.

Se saludaron con afecto. “Pensar que me echó a gritos de la casa y me tuve que ir a un hotel barato” pensó Joaquín.

  • ¿Cómo está el trabajo? – preguntó ella.
  • Bien, me gusta mucho. – Y Joaquín recalcó esto, porque la gota que rebasó el vaso de los conflictos entre ambos y que detonó la ruptura fue su decisión de postular y aceptar este cargo en el servicio de prisiones.

Aquella noche de la ruptura, ella le increpó “¿Crees que voy a estar con un tipejo que atiende criminales y delincuentes?”.

  • Me alegro mucho que estés bien en tu trabajo. ¿Sigues solo?
  • Sí, sigo solo, ¿y tú?
  • También, sigo sola. La verdad por eso quería conversar contigo, he pensado mucho en ti y creo que debemos darnos otra oportunidad. Yo me sentía muy bien contigo, eres un buen hombre, educado, sensible, atento, leal y creo que me excedí contigo la última vez. No debí haberte tratado de esa forma, me enojé más de la cuenta y no supe comprender tus razones.

Joaquín guardó silencio porque justo le trajeron la comida solicitada. Lao que acababa de decir su ex le incomodaron y revivieron sentimientos que pensó que ya se habían extinguido. “Pasé mucho tiempo con esta mujer y realmente hubo muy buenos momentos”, reflexionó. Dudo, titubeo y le dijo:

  • No esperaba esto, de verdad. Pensé que sentías desprecio por mí. Antes de echarme igual me dijiste cosas feas que me dolieron muchos.
  • Lo sé, lo sé, pero tú me conoces, tengo un carácter fuerte y a veces me excedo, pero nunca quise herirte.

“No quisiste, pero lo hiciste”, pensó Joaquín para sí mismo.

  • Mira, me sentía bien sin nadie en mi vida, pero de verdad, me has hecho dudar con lo que acabas de decirme. Me siento extraño en esta conversación. Nunca pensé tenerla, en serio. Creí que todo había terminado, pero ahora no estoy tan seguro. Pero debes darme un tiempo, no deseo equivocarme y dañar a alguien, especialmente a ti. Igual, gracias por tus palabras. Me sentí muy mal cuando me trataste de fracasado.
  • Me arrepiento de haberte tratado así. Nunca has sido un fracasado.

No hablaron mucho más. Joaquín pagó la cuenta y se despidió con un abrazo y un beso. Era una mujer muy bella, pero no olvidaba que con él había sido desagradable, despectiva y hasta distante cuando lo necesitaba.

El camino al trabajo no pudo sacarse las dudas y mientras avanzaba en la jornada de la tarde, sus dudas, incertidumbre y angustia, aumentó. ¿Debo volver a esa relación? ¿Esa mujer tan despectiva, dura y desagradable con él, ahora reconocía que había errado y le pedía retomar, era el camino que debía seguir? ¿Qué hacer con sus demás compromisos?

Y sí, tenía muy en mente “sus” otros compromisos: DHH. No lo había olvidado en ningún momento.

Pero lo más terrible en su angustia fue cuando recibió otro mensaje de su ex con la selfie que se habían sacado juntos en el restaurante durante el almuerzo, con un comentario “Te ves muy guapo, pareces recién salido de la Universidad. Bello como siempre”. Joaquín apenas alcanzó a poner un “me gusta” al mensaje, cuando vio que había entrado uno de DHH.

A las 19:00 horas. No podrás depilarte completamente, no da el tiempo. Hoy solo el pecho y te rebajarán axilas y genitales. Más adelante será depilación total.

Y en seguida entró otro, indicando dónde debía presentarse con una última indicación “Ahí estará esperándote Phillipe, a quién ya conoces”.

Joaquín no respondió, tampoco los borro, no hizo nada. Dudaba y ese sentimiento no disminuyó con las horas, sino que, por el contrario, aumentó y se hizo más pesado, turbándolo todo. Se sentía confundido entre sus afectos y deberes. Necesitaba tomar distancia de todo y ponderarlo en su mérito.

Decidió que no se presentaría en la cita para la depilación. Se tomaría unos días para pensarlo todo: volver con su ex, cumplir con sus compromisos con el Amo DHH. Quiso con ello calmarse y sentirse bien, pero no lo logró.

Al acercarse la hora de salida del trabajo, la angustia aumentó, cogió el WhatsApp y borró los chats con el Amo DHH. Estaba decidido. Iría al gimnasio y olvidaría todo.

Se dirigió al gimnasio, pero cada paso que daba se le hacía más pesado y lento, había algo que le impedía avanzar. ¿Qué me sucede?, se preguntó.

Se sentó en un escaño ubicado en la calle, justo al costado de una pequeña plaza. Estuvo allí, paralizado, sin saber qué hacer. Con la cabeza gacha y las manos en torno a ella, trató de tomar una decisión. En un momento, tuvo la certeza y tomó la decisión: cogió el teléfono móvil, buscó en el WhatsApp el contacto del Señor DHH y escribió un mensaje, mientras sus dedos temblaban:

  • Señor, disculpe, tuve un problema en el trabajo – mintió – y por error borré los chats de nuestra conversación. Humildemente le solicito si me puede reenviar la dirección donde debo ir para la depilación.

Al pulsar enviar, rogó recibir respuesta y sintió ansiedad porque ésta no se producía. Al rato, casi dos minutos después, recibió el reenvió del mensaje borrado, donde figuraba la ubicación donde debía estar ya hace varios minutos atrás.

  • ¿Puedo ir todavía, Señor?
  • Sí, aún puedes, avisaré que vas en camino, no tardes.

Se le aceleró el corazón y una extraña alegría le invadió, hasta casi se sintió perdonado. La necesidad de perdón nacía del hecho que se sabía en falta: había dudado, renegado y mentido en escasas horas.

La duda era lo peor. Por un lapso de tiempo no tuvo la fuerza para mantener sus compromisos, falló en la fidelidad que había prometido. Tenía claro que aquello tendría consecuencias y estaba dispuesto a enfrentarlas. Era poco dado a hacer promesas y por eso para él era importante ser fiel a lo que se había comprometido, con un agravante en este caso: él había buscado esta situación, deseaba esta condición y no era capaz de llegar hasta sus consecuencias legítimas. En su alegría, sabía que esto era solo una oportunidad gratuitamente concedida.

Tomó un taxi y se dirigió hacia el lugar señalado, que quedaba en el centro de la ciudad, en un barrio un poco complicado. Al llegar se bajó y encaminó hacia la dirección. Era una galería de dudoso estilo y con personas de rostros poco amigables. En un local, en su puerta, estaba el muchacho que le había hablado en el acceso a la Estación de Correos, en la Plaza Hundida: lo reconoció inmediatamente por su porte (alto), estilo (ropa deportiva de calidad) y presencia (rubio, atlético y atractivo), muy distinto a los demás que pululaban por el área. Fue dónde él y ahora sí pudo ver sus hermosas facciones:

  • Hola – le dijo – disculpa el atraso.
  • Hola, no te disculpes conmigo, yo estoy para cumplir órdenes. Entrega las disculpas al Amo. Sígueme, estamos atrasados.

Entraron al local, oscuro, húmedo y de mal olor y pasaron a una especie de sala de procedimientos, donde estaba un hombre de unos 50 años, de rasgos vulgares y actuar afeminado, que mira lascivamente a ambos muchachos. La sala estaba más iluminada y al centro estaba una camilla que el hombre se apresuró a cubrir con una toalla desechable, para luego indicarle a Joaquín:

Desnúdate cariño, para ver lo que hay que hacer.

Joaquín se sintió humillado, profundamente humillado.

  • Donde me desvisto – preguntó un poco avergonzado.
  • Aquí no más, querido, delante de nosotros, así nos deleitamos un poco también. Deja la ropa en esa silla – y le indicó una ubicada en un extremo de la sala.

Joaquín se quitó la chaqueta, la remera, el pantalón, el bóxer y las calcetas y se instaló sobre la camilla.

Ahí habló Phillipe:

  • El Señor Duncan quiere depilación completa, pero deberá ser por partes. Hoy quiere que se depile el pecho y se rebaje axilas y genitales.
  • Mmmm, bien, buen cuerpo, bonito ejemplar ha cazado tu Amo – dijo el depilador, mientras no dejaba de observar con lascivia a Joaquín, ruborizado y avergonzado. Y continuo – Ok, en el pecho aplicaremos cera, no tiene tanto, lo mismo que en tetillas. En axilas voy a rasurar y recortar y en genitales voy a afeitar.
  • Sí, proceda no más, rápido y sin miramientos. No hay derecho a opinión. Esas fueron las instrucciones.
  • Perfecto, para mí lo que diga tu Amo son órdenes.

Y mirando a Joaquín le dijo:

  • Lo siento querido, va a doler un poco, pero aquí yo solo cumplo órdenes. Relájate.

El hombre efectuó los procedimientos para depilar: aplicó cera previamente calentada en un mechero sobre el pecho y las tetillas de Joaquín, espero que se enfriará y sin piedad, quitó la misma (endurecida por el frío) llevando consigo loes vellos del centro del pecho del psicólogo. Luego hizo lo mismo con ambas tetillas. Cuando ello sucedió, Joaquín no pudo ahogar el grito que le produjo tal acción en sus tetillas, aún sensibles por las pinzas de la noche anterior.

  • Lo siento mi vida – le dijo el hombre – sin dolor no hay placer.

Continuo el trabajo, y le quitó el vello de las axilas con una tijera y luego rasuró con máquina, a cuya zona previamente había aplicado espuma de jabón. En la zona genital, el hombre rebajó con una tijera el vello de bolas y pene, manipulando groseramente las partes de Joaquín, que no podía ocultar su molestia. Se sentía un objeto, estaba siendo humillado sin miramientos y él estaba ahí, tendido, aceptando todo.

La faena terminó cuando el hombre pasó una máquina afeitadora sobre bolas y demás partes íntimas, dejando casi descubierto esa sección.

  • Estamos listos. Arderá un poco en los genitales, pero no en las axilas. Sólo dúchate y disfruta, querido. – concluyó el hombre.

Joaquín se vistió y Phillipe le acompañó hasta el acceso de la galería. Y ambos se despidieron.

Humillado y profundamente molesto, no obstante, igual su determinación fue ir al gimnasio. Ya pasaban las 20:15 horas cuando salió de la galería, cogió un taxi y llegó 12 minutos más tarde al gimnasio. Se registró, fue a los vestidores, se cambió ropa y realizó la rutina de este día que la tenía memorizada. La hizo con rabia y casi furia. Estaba enojado, pero no sabía si era por haber fallado, por mentir, por ir a depilarse, por aceptar que lo humillasen o por todo ello. No lo sabía, sólo sabía que estaba muy molesto. Hizo los 90 minutos de una exigente rutina. Quería quedar extenuado y que con el cansancio se fuera la rabia.

En parte lo logro, sólo en parte.

Al ducharse, recién entró en cuanta que estaba desprovisto de vello en casi todo su cuerpo y ello, extrañamente, le tranquilizó. Le hizo comprender que la humillación, la molestia y ser tratado como objeto tenía un propósito y había cumplido una finalidad. En cierta forma se sintió orgulloso de haber pasado ese tránsito tan desagradable.

Se sintió bien y se atrevió a tocarse, sólo para sentir su piel, no con sentido de placer o gozo, sino como comprobación empírica. Lo notó suave. Y le agradó.

Nunca había estado disconforme con su cuerpo, igual quería estar más tonificado y desde que salió de la universidad había trabajado en ello, con buenos resultados, aunque su ex le decía que estaba flaco y fofo. Pero este resultado con la depilación mejoraba mucho.

Volvió al apartamento pasado las 10 de la noche, cansado, pero más sereno. Se dispuso a comer algo liviano: ensalada y un trozo de pollo cocido. Era de gustos frugales.

Comió mientras revisaba unos apuntes que había tomado en una clase virtual hace unos días atrás. En ello estaba cuando sonó la alarma indicando que había un mensaje de WhatsApp del Señor DHH. Lo abrió inmediatamente:

  • ¿Regresaste del gimnasio?
  • Sí Señor, regresé hace unos minutos atrás, estaba terminando de cenar.
  • Te doy 10 minutos y te llamo. Te veo.
  • Gracias Señor.

Se apresuró a terminar de comer. Ordenó un poco la sala, se puso el collar, adorando previamente el mismo. Se lo ajustó lo más que puso, se quitó la sudadera y esperó de rodillas la llamada. Estaba nervioso y ansioso, como un niño que debe rendir una prueba para la que no ha estudiado lo suficiente.

Sonó la video llamada y Joaquín respondió inmediatamente,

  • Buena noches Señor, gracias por llamarme.
  • Buenas noches, esclavo. Acércate a la cámara, quiero ver los resultados de la depilación.
  • Sí Señor.

Joaquín se adelantó para exhibir su torso desnudo y ahora desprovisto de vello. Un torso bien formado, con pectorales hinchados por el ejercicio. Mostró ambas axilas y por primera vez se desnudo ante su Amo, quitándose el bóxer.

  • ¿Me puedo poner de pie, Señor, para qué vea mejor mis genitales?
  • Hazlo.

Se puso de pie y acercó al teléfono móvil a sus genitales y al Amo DHH le gustó lo que vio: un pene de buenas proporciones, semi erecto y bolas grandes, colgando en su bolsa, completamente depiladas.

  • Perfecto, vuelve a tu posición.

Joaquín lo hizo, y quedó ahí, de rodillas, con sus manos en la espalda, para ser observado por su Amo, quien le dijo, luego de un tiempo en silencio:

  • Busca en la caja que te envíe dos anillas metálicas, deben estar dentro de una caja blanca.
  • Bien Señor.

  • Encuentra la caja, la abre y extrae dos anillas metálicas, de acero brillante y frío y se las muestra al Amo, quien le dice:

  • Esas anillas son para tus bolas. Coge una mete dentro de ella a cada bola por separada, hazlo cuidadosamente pero con determinación. ¡Vamos, hazlo!

  • Sí Señor, sólo le pido que me oriente, por favor.

Cogió la primera anilla con una mano y con la otra su escroto y palpó hasta separar su primera bola y la introdujo en la circunferencia de metal y luego hizo lo mismo con la segunda bola. Sintió el frio del metal en su escroto.

Lo haz hecho bien, ahora pon la segunda.

Repitió la operación y logró que las bolas quedaran aprisionadas por ambas anillas, separándolas del tronco del pene y haciendo que se vieran más grandes, aparte que toda la manipulación hizo que se excitara indebidamente y tuvo una erección y las bolas se notaban aún más separadas y grandes.

  • Bello espectáculo, esclavo, muy bien.
  • Gracias Señor.
  • Bueno, llevarás las anillas hasta nuevo aviso, ten cuidado al asearte. A lo mejor te señalo que debes llevar alguna otra,
  • Lo que usted ordene, Señor.
  • ¿Algo que contarme, esclavo? ¿Algo que me quieras decir? ¿Algo que me debas decir?

Joaquín se acuso solo, bajando la cabeza, guardó un silencio por un lapso que le parecieron eternos, pero que en realidad fue menos de un minuto. Sabía que debía decir toda la verdad, que su Señor DHH ya lo sabía mejor que él y que era necesario hacerlo, pero no encontraba las palabras ni tenía tampoco la fuerza para hacerlo. Finalmente respiró hondo y profundo y dijo:

  • Señor, le he fallado porqué dude. Mentí y no he sido digno de su confianza. Dude y luego borré sus instrucciones, le dije mentiras. Solo puedo decir a mi favor, Señor, que estoy completamente arrepentido. Le pido disculpas Señor y le ruego que me perdone.

Y guardó silencio. Lo que vino después fue un silencio, esta vez mucho más extenso por parte del Amo DHH, que sólo le miró a través de la máscara y que Joaquín sintió que le estaba condenando con todo su ser.

Se sintió indigno, sucio, bajo, una verdadera basura.

-Fallaste y no fuiste de cumplir tu promesa en un mísero día. ¿Dime qué eres? - Soy una basura, Señor. - ¿Qué vales? - No valgo nada, Señor. - Repítelo y dilo con fuerza. - ¡Soy una basura, Señor, y no valgo nada, Señor! - ¡No te detengas! - ¡Soy una basura, Señor, y no valgo nada, Señor! - ¡Soy una basura, Señor, y no valgo nada, Señor! - ¡Soy una basura, Señor, y no valgo nada, Señor! - ¡Soy una basura, Señor, y no valgo nada, Señor! - ¡Soy una basura, Señor, y no valgo nada, Señor! - ¡Soy una basura, Señor, y no valgo nada, Señor!

Y mientras más lo decía, más sentía que era verdad.

En un momento se sintió tan abrumado por su culpa, que se puso con el rostro en el suelo, mientras repetía su mantra “¡Soy una basura, Señor, y no valgo nada, Señor!”, hasta que lloró, con emoción genuina.

Sólo ahí fue perdonado.

Cinco Días: Miércoles

Xtudr, el chat esencial para los fetichistas gays, te conecta con miles de chicos en tu área que comparten tus gustos. Disfruta de la comunicación instantánea enviando y recibiendo mensajes.

Explora una forma rápida, sencilla y divertida de conocer gente nueva en la red de encuentros para chicos líder como MasterJuan.

Con Xtudr, puedes:

- Crear un perfil con fotos y preferencias.

- Ver perfiles y fotos de otros usuarios.

- Enviar y recibir mensajes sin restricciones.

- Utilizar filtros de búsqueda para encontrar tu pareja perfecta.

- Enviar y recibir Taps a tus favoritos.

Regístrate en la aplicación fetichista y BDSM más popular y comienza tu aventura hoy mismo.

https://www.xtudr.com/es/relatos/ver_relatos_basic/40923-cinco-dias-miercoles