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La rendición de una polla – La Academia De Amos y Esclavos – CAPÍTULO 3

Escrito por: lisbeth

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La rendición de una polla – La Academia De Amos y Esclavos – CAPÍTULO 3

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Marc abandona el baño completamente desnudo. Dado que hoy será Álex quien le vista y prepare para el primer día en La Academia de Amos y Esclavos, ha decidido que no tenía sentido vestirse para que Álex lo vuelva a desnudar. Únicamente se ha secado el pelo. Camina por el pasillo y tiene que reconocerse a sí mismo que está algo nervioso, no por miedo, lo que siente es una mezcla de emoción y ansiedad. Su polla está completamente dura, no se le ha bajado en toda la mañana.

Marc está nervioso porque sabe que el conjunto que Álex ha pensado para él lleva tiempo planificándose en su cabeza. Sabe que será humillante, hasta ahora sus fetiches y travesuras jamás han abandonado la intimidad que les proporcionaba su habitación. Hoy Álex le presentará en sociedad, va a querer mostrarle como su esclavo ante sus futuros compañeros, amos y esclavos. Compañeros a los que aún no conoce. Hoy también descubrirá quienes serán sus maestros en la Academia.

Álex querrá presumir de él, querrá demostrar su estatus mostrándoles a todos hasta qué punto es capaz de someter a su esclavo, eso marcará su popularidad, la de ambos de hecho. Los pensamientos se arremolinan en su cabeza. Se detiene, deja de andar, cierra los ojos y respira.

Cuando vuelve a abrirlos se sitúa, el piso en el que viven ahora también es nuevo, llegaron ayer por la tarde, casi de noche. Se encuentra en un largo corredor, la pared a su derecha es un espejo que va desde el suelo hasta el techo y cubre todo el pasillo iluminado con luz blanca. Se gira y se observa en él. Es consciente de su buen físico, se enorgullece de él, pero sobre todo se siente feliz de poder entregárselo a Álex, lo ama y se lo merece. Esa idea le da la confianza para seguir andando. No sabe dónde le espera su compañero así que simplemente avanza paso a paso con confianza renovada.

Lo encuentra en el salón, está todo cambiado, está claro que Álex ha estado trabajando con IRIS. A simple vista observa una silla de ginecólogo, un traje de látex en una mesa y lo que parece ser una camisa de fuerza al lado, no está seguro. Sin embargo, se concentra en la esbelta figura de Álex, de pie, cubierto en látex, en el centro de la habitación, justo delante de la silla. Marc se dirige eufórico hacia él.

  • ¿Supongo que habrás meado? – pregunta Álex. Marc se queda parado, son dos los motivos que le alteran.

Primero el tono en la voz, está claro que el juego ha empezado, o mejor dicho el resto de su vida. Ese chico, parado frente a él, ya no es su compañero, es su amo. El segundo motivo es evidente, con la emoción y la erección constante de toda la mañana Marc no ha meado. Agacha la cabeza, y mirando hacia el suelo dice:

-No amo, lo siento – queda presente que Marc ha comprendido la situación – Puedo ir y volver rápidamente amo – dice sin levantar la mirada

  • Demasiado tarde, será peor para ti, pero no es mi problema. Podrías haberlo pensado antes, que sé que no eres tonto del todo

  • Lo siento amo

Álex se aparta hacia la izquierda dando un paso hacia atrás y dejando al descubierto la totalidad del artefacto que en esos instantes preside el salón. La silla de ginecólogo, con los brazos abiertos y las piernas alzadas incluye una buena cantidad de correas de cuero. Enfrente, en una pequeña mesa, reposa una bandeja que contiene lo que claramente Marc identifica como un catéter, una bolsa preparada para contener la orina, una pequeña jaula de castidad de plástico negro y tres jeringuillas, dos de pequeñas y una considerablemente más grande. No sabe lo que contienen, pero puede imaginarlo.

  • Súbete a la silla. Ya sabes cómo tienes que colocarte – ordena Álex

  • Si amo – es lo único que responde Marc

Se sube de espaldas, ayudándose con los brazos, sienta el culo donde quedara su espalda. Se gira y alzando las piernas las apoya en los soportes que le permiten anclar los pies y los gemelos en una ergonómica plataforma de duro metal. Se recuesta en su espalda, sin disimular el frío del metal en su cara, la curvatura que tiene la silla compensa la dureza del acero. Acomoda la cabeza en un pequeño cojín de cuero que está sujeto a la silla y estira los brazos sobre las planchas de metal que sobresalen en cruz.

Una a una, Álex va sujetando todas las correas. Empieza por los pies y va subiendo, muslos cintura pecho… Prosigue con los brazos, los ata por encima y por debajo del codo, también por las muñecas. Finalmente, el cuello y la última se la pasa por la frente.

Una a una, Marc intenta zafarse de las ataduras, realmente imposible, le encanta. Cierra los ojos relajándose y ofreciéndose para lo que venga.

  • No cierres los ojos, tengo una sorpresa – dice Álex.

Se oye el ruido de un cajón en un Angulo que Marc no puede observar, solo puede mirar hacia el techo. Desde detrás de su cabeza aparece su compañero con unas gafas de realidad virtual que le coloca en los ojos. Están apagadas y de momento no puede ver nada. De repente siente frío en su polla, un espray, Álex le ha rociado algo. No puede ver nada, pero el corazón empieza a acelerársele. Una mano en su abdomen, una lengua en su pezón, lo lame, lo toca, Álex se aparta y aparece en el otro lado. Siente su presencia, el calor corporal que desprende le deja saber dónde se encuentra, le muerde el pezón…

Marc se excita, pero curiosamente nota como su erección poco a poco disminuye. Ya sabe que era el espray. Álex se aplica uno similar, pero con efecto contrario, cada noche, para mantener una firme erección dentro de su culo hasta la mañana. Las manos de su compañero siguen recorriendo todo su cuerpo. Le besa en el cuello, Marc está cada vez más cachondo, pero su polla se ha desconectado, es verdaderamente frustrante. Quiere alzar la cabeza y besar a Álex, pero las correas no se lo permiten. Entonces deja de sentirlo, su compañero se ha retirado.

De repente, el ruido de una silla contra el suelo, no sabe dónde está. Un tintineo metálico, Marc, identifica la bandeja metálica de la mesita, ya sabe dónde se encuentra Álex, sabe lo que viene. De repente las gafas se encienden. Se observa a él mismo, desde medio metro de distancia en un ángulo de unos treinta grados hacia arriba y treinta hacia la izquierda. Una cámara le muestra a Marc una imagen completa de la bandeja metálica, las manos enfundadas en látex de su Amo, su propio ano y su polla flácida, mucho más pequeña que antes, puede que al final sí que quepa en la jaula. A Marc se le cae un poco la baba, no sabe en qué momento se le ha olvidado tragar la saliva que a todos se nos va acumulando en la boca.

Las manos de su compañero se mueven, le acarician las nalgas, le cogen la polla flácida y se la masturban. Lo siente y lo ve, Álex se burla de él sin necesidad de hablar. Le coge y tira de los huevos rodeando con el pulgar y el índice, a Marc le excita, el tirón y el contacto con el látex, pero su polla no reacciona. Sabe que no lo hará. Entonces, mientras la izquierda sigue tirando con firmeza de sus pelotas, la derecha recoge una de las jeringuillas pequeñas de la bandeja. Le suelta las pelotas, el alivio es instantáneo.

La cara de Álex aparece en el cuadro de la cámara, Marc puede verlo, qué guapo es, le quiere. Con una sonrisa aprieta suavemente la jeringuilla hasta que cae una gota de lo que claramente es lubricante.

Habiendo desaparecido ya su rostro de la escena, le sujeta de nuevo la polla y le introduce la punta de la jeringuilla. Marc no siente prácticamente nada hasta que Álex empieza a liberar el lubricante en el interior de su uretra. Está frío, lo hace despacio, pero no para hasta que ha entrado todo. Retira la jeringuilla y con el pulgar acaricia el glande, puede sentirlo, es extremadamente placentero, pero su polla sigue flácida. Vuele a acercarse con la otra mano, pero esta vez trae el anillo de la jaula de castidad, no es la primera vez, pero es más doloroso que cuando se lo pone el mismo. Álex no tiene la misma delicadeza con sus testículos, el procedimiento es lento, pero, exitoso en el primer intento.

Ambas manos abandonan sus genitales y se dirigen a la pequeña mesa. Atraviesa la jaula de castidad con el catéter antes de volver al ataque. La jaula, colgando al final del tubo, roza entre las nalgas de Marc cuando Álex empieza a introducir la punta de la sonda sujetando con firmeza la polla con la otra mano. Marc observa y siente.

Los músculos de sus brazos y piernas se tensan mientras se prolonga la inserción. El lubricante ayuda, pero el catéter es grueso. A sus ojos, Marc calcula unos 6 mm de diámetro. La sonda penetra con decisión en su vejiga y al instante experimenta las ganas de mear que hasta ahora no había sentido. Sin embargo, Álex, sabiamente ha taponado el otro extremo.

La jaula se desliza sobre su polla mientas los últimos centímetros de la sonda lo penetran, lo introduce hasta el fondo. La jaula encaja en su sitio. A continuación, Álex desliza un pasador sujeto a la llave y la cierra, quita la llave y la deja en la mesita en un rápido intercambió por la otra jeringuilla pequeña.

La clava en una de las puntas del catéter y la presiona soltando la mitad de su contenido. Marc siente la presión crecer en su interior, le impera la necesidad de mear. Observa como con la mano, enguantada en látex negro, su compañero tira de la sonda. Lo hace despacio, la sensación es parecida a mear, pero sin hacerlo, siente una total impotencia y sus brazos se sacuden en las restricciones. Intenta llevarse las manos a la entrepierna, pero no puede. Cuando unos cinco centímetros han quedado al descubierto, Álex siente la resistencia que le indica que debe dejar de tirar.

Marc la experimenta de un modo distinto, siente su vejiga intentando desplazarse por su interior, estirada desde dentro. Le produce una gran incomodidad y un extraño placer, necesita mear enseguida. Pero Álex se toma su tiempo. Delante de la cámara y sonriendo maliciosamente, pasa la llave de la jaula de castidad por una fina cadena que cuelga en su cuello a modo de collar. Su polla ya no le pertenece.

Afortunadamente, conecta una bolsa en el otro extremo del catéter y libera la pinza que retenía la orina en su interior. Rápidamente, Marc experimenta una sensación de alivio, la presión en su interior poco a poco disminuye. Está meando, mea sin voluntad, pues en su interior no ha relajado ni apretado ningún músculo para provocar la liberación del líquido. La sonda que recorre su uretra, fría hasta entonces, se atempera rápidamente. Todo en su conjunto es una placentera combinación de sensaciones que parece no tener fin.

-Voy a llenarte el culo de lubricante, después lo agradecerás – dice Álex recogiendo la jeringuilla más grande de la bandeja. Marc sigue meando…

Está fascinado por la escena que se reproduce frente a sus ojos y se pregunta dos cosas. ¿De dónde habrá sacado Álex la idea de las gafas? No tiene ni idea, pero esa retransmisión en directo es una genialidad y le tiene fascinado. ¿Qué pasará a continuación y porque va a agradecer el lubricante? En sus ansias por saber desearía poder avanzar la película y observar el resultado final. No puede, así que solo le queda disfrutar del momento.

Su vejiga sigue vaciándose lentamente, Álex deja caer unas gotas de lubricante y lo esparce con los dedos por la jeringuilla. Se la introduce en el ano, los 10 centímetros de metal que le penetran están fríos. Poco a poco, procede a retirarla al ritmo que expulsa el viscoso contenido en su recto. Se produce así, un agradable intercambio de metal a lubricante.

Las manos que Marc observa en la película se dedican a liberar espacio en la mesilla. Retiran la bandeja metálica y colocan un espray en su lugar.

  • Este espray anula los efectos del anterior. No es como el que yo uso que te la pone dura sin control. Este te brinda a ti la opción de controlarte o de que te controle la jaula. - Le explica Álex. Marc sabe que será la jaula la que trabaje.

La sonda ha terminado ya de vaciarlo, ya no sale más pis. Álex retira la bolsa que contiene la orina, completamente llena, le pide a IRIS que se deshaga de ella. Vuelve a colocar una pinza en el catéter y le rocía el espray por encima de la jaula. Al principio no siente nada, pero cuando ve el dedo que se dirige a su ano empieza a sentir como la sangre fluye hacia su polla. Se lo mete de golpe, todo el lubricante que lleva dentro permite que ese dedo enguantado en látex fluya libremente. Masajea ligeramente su próstata hasta que se observa claramente como la polla se despierta dentro de la jaula, entonces lo saca y satisfecho, mira a cámara, la apaga y Marc se queda a oscuras. Cachondo, enjaulado, con el catéter, inmovilizado y a oscuras.

Puede oír a Álex levantarse y pasear rodeando la silla un par de veces. Se para y remueve las correas que inmovilizan su frente y su cuello. – No te muevas – le dice. Y sigue liberando las restricciones en orden inverso a como las ha atado. Por último, le quita las gafas y Marc recupera el sentido de la vista.

La rendición de una polla – La Academia De Amos y Esclavos – CAPÍTULO 3

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